MANTRA PARA REPETIRSE UNO MISMO DE VEZ EN CUANDO

Después de un tiempo
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano y encadenar un alma
y uno aprende que el amor no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender
que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas,
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta
y los ojos abiertos
y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy
porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes..
y los futuros tienen una forma de caerse a la mitad,
y después de un tiempo uno aprende que,
si es demasiado, hasta el calorcito del sol quema,
asi uno planta su propio jardín
y decora su propia alma
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores,
uno aprende que realmente puede aguantar,
que realmente es fuerte,
que realmente vale
y aprende y aprende…
y con cada adiós uno aprende.

Puede que ANONIMO

23 de octubre de 2009

Ruido de bar

Suena como un golpe de metal en el agua,
la mirada es un bálsamo en ebullición,
duda,
unos pájaros entran en el bar y salen,
volando,
duda,
suena más cerca, más fuerte,
el sonido se sobrepone a la espuma y a las risas,
duda,
y el dedo pulsa aceptar llamada:
-Sii?? Hoola, dime??
-No, no, he bajado un momento al bar.

Naturalidad abrupta....quizá mentira.


Todo el ruido del bar
se acumula, se enreda,
los vasos, la máquina del café,
las risas, las palabras altas y los susurros,
las sillas, la tos, los platos descendiendo
con firmeza hasta tocar la mesa...
todo se filtra y habla:
-soy ruido de bar y no engaño.

21 de octubre de 2009

A veces el amor no es amor

A veces el amor no es amor,
no,
ni deseo, ni pasión,
ni esperanza, ni futuro,
ni siquiera un momento en el presente.
A veces es un dolor en el pecho,
una bola atravesada en el buche
de un pájaro,
un zapato olvidado
al lado de los tuyos.
A veces las miradas que no se recuerdan
son lo único que queda
en pie.
Y, aún así,
con tan poca cosa,
ya es algo.

20 de octubre de 2009

Salir con lluvia

Salgo a la calle y llueve, últimamente me parece que siempre que salgo a la calle, llueve; no llevo paraguas, ni chubasquero, solo la camiseta descolorida que me hace sentir cómodo...
Necesito empaparme, sentir el movimiento de las gotas en mi cara, sentir la camiseta ajustándose a la piel, necesito sentir y no pensar. Veo a la gente caminar deprisa y a mí me gusta ir cada vez más despacio...y no pensar.
Sentir el agua deslizarse como dedos que trabajan la arcilla, creando huecos, surcos, barreras, fronteras de agua con la piel, y me duele sentir y recordar que no estoy pensando...y pienso.
Pensar me aleja, es un viento cargado de arena que borra las huellas, me aleja del agua, me aleja dando pasos de ogro en un jardín de niños, me aleja y me coloca ante la visión cansada de ver lo que ya sé: que el momento no es éste, que la luz que se enciende no es la mía, que siempre que ando bajo la lluvia, y ya de niño me encantaba andar así, siempre acabo volviendo a casa empapado.