Las estrellas tienen brillos de ceniza,
quemadas en una noche
las palabras en sus libros,
verbos que ya no sé pronunciar,
un tapiz de humo con acentos,
un paraguas de piel de lobo y cabezas de alfileres.
No sé qué día comenzó a arder
mi biblioteca
y dejé de mirar las llamas del hogar
entre línea y línea,
no sé qué día comencé a mirar
a los ojos de las nubes,
o a los de esa pequeña aldebarán
caida entre las brasas.
Ahora, la ceniza
tiene brillo de estrellas.
Y en el fuego leo cada noche los verbos olvidados.
Laga
Hace 5 semanas
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