La ropa revuelta,
la noche travestida de oscuridad
con alevines de luciérnaga
iluminando tu piel,
bebo espuma y fósforo en tu boca,
ascuas de yeso subterráneo
son tus dedos,
un vaho de sal y sed y abismo
me llama desde tu cuerpo,
y vuelo hacia los márgenes del corazón
con una mirada sin párpados,
desenredando la hiedra de sus muros
-se evapora toda sombra y todo sueño
en este taller de alquimista-,
todo es deseo, el arco febril,
veta de hilos plegados a tus huesos,
y el murmullo del agua
besando los manglares,
silentes surcos,
y más surcos
en nuestras espaldas
labrados con cerámica calcinada.
De regreso, la deriva, la playa,
el dique de los abrazos.
Laga
Hace 5 semanas
No hay comentarios:
Publicar un comentario