La responsabilidad que cada persona asume es inversamente proporcional a la cantidad de bilis que son capaces de expeler y contaminar en las personas que les rodean.
Cuando hacía deporte y no ganábamos -y era amenudo-, siempre había alguien que culpaba a otros compañeros, o al árbitro, o al tiempo, o a la mala suerte...
Cuando bebía me encontraba con algunos borrachos que siempre culpaban de su borrachera a otros...a sus mujeres, a sus suegras, a su mala suerte en la vida, a las puñaladas de los amigos, incluso a los antibióticos...
Cuando trabajo me enervan los que echan la culpa de su desidia a los malos compañeros, al jefe, al poco sueldo, a los horarios...
Cuando iba al parque con mis hijos pequeños había padres y madres que culpaban a otros niños de las caídas y lloros de sus hijos, al ayuntamiento por las piedras en el camino, al globo por pincharse...
Cuando viajo hay gente que cambia de carril pensando que el de al lado avanza más y cuando comprueba que todos los carriles son igual de lentos culpa a la torpeza general del resto de conductores, gente que, en otros paises, se enfadan y culpan de estar atrasados a los que no les entienden...
Hay gente que mantiene una carrera anhelante por estar siempre en otro sitio distinto al que está, casi siempre son los mismos que prefieren culpar a los otros de su indecisión, de su torpeza o de su inmovilidad.